Trabajar desde el poder personal: identificar, aceptar e integrar a tus monstruos

Los que me conocéis sabéis que no trabajo desde la psicología clínica (cuando es necesaria, derivo a un profesional con ese enfoque). Prefiero trabajar desde un paradigma propio más vinculado al crecimiento personal y que se nutre del enfoque humanista y la psicoterapia centrada en el cliente de Carl Rogers. Este enfoque dignifica y valora el esfuerzo de la persona por desarrollar sus potencialidades. La terapia del self y el modelo IFS (Sistemas de Familia Interna) también me es muy inspirador y utilizo técnicas gestálticas, del coaching, de la terapia de aceptación y compromiso, etc., para ofrecerte un enfoque que, una vez entendido y aprendido, vas a poder utilizar para cualquier dificultad y para cualquier reto que te plantees en tu vida.

La mente humana no es algo unitario sino una «familia de sub-personalidades«: contiene por ejemplo, a niños heridos, adolescentes rebeldes, adultos rígidos, padres hipercríticos, amigos que se preocupan por nosotros, familiares que nos apoyan, etc. Desde la terapia convencional puede ocurrir que se impulse al paciente a superar estas partes o personalidades suyas avergonzadas, impulsivas, críticas, destructivas… Mi propuesta de trabajo es integradora: vamos a identificar esos «monstruos» que ahora parece que te fastidian la vida, para aceptar que existen e integrarlos como parte de tus «personalidades», de manera que se vuelvan más funcionales.

Cuando tenemos problemas o dificultades en nuestra vida, la propuesta de trabajo de Psicología Experta no es verlos como si tuviéramos una enfermedad, una tara o una carencia. Mi propuesta de trabajo reconoce que todos tenemos los recursos en nosotros mismos para resolver nuestros problemas, aunque estos recursos puede que ahora estén bloqueados por culpa de reacciones inconscientes a episodios del pasado.

Una vez aprendas el método que te propongo, el modelo está diseñado para ser dirigido por uno mismo. Si entiendes el «rosco« y los «monstruos» que te explico en este artículo, vas a tener el poder de hacerte cargo de tus dificultades actuales, de tu propio crecimiento personal. Es tu verdadero Yo (el self), y no un terapeuta, quien es el agente de cambio, de «curación» y de plenitud personal.

Todos tenemos partes

En mi modelo sigo la propuesta de West y Walker (2018): nuestras emociones suben y bajan. Cuando podemos pensar con claridad y sentir nuestras emociones al mismo tiempo, estamos en la Ventana de Tolerancia (cada uno tiene la suya). Desde esta ventana somos seres sabios y reales, capaces de gobernar nuestra vida con plenitud. Si estamos hiper-excitados estamos por debajo de la Ventana de Tolerancia y estamos sobre-estimulados, desde donde es fácil perder el control y sobre-ocuparnos, caer en estrés. Si estamos en hipo-excitación estamos por debajo de la Ventana y nos cerramos emocionalmente, nos desbordamos, nos desmotivamos o no encontramos sentido a la vida ni soluciones a nuestros problemas.

¿Cómo sabes cuando estás por encima de tu Ventana? Cuando sientes la urgencia de actuar, o te sientes inseguro, en hiper-alerta, asustado, aterrorizado, furioso, abrumado… A nivel físico puedes tener dolores musculares, de cabeza, dificultades para dormir, pérdida de apetito y te quedas atascado (en bucle) en tus pensamientos.

¿Cómo sabes cuando estás por encima de tu Ventana? Cuando te sientes entumecido, cansado, bajo de ánimo, desconectado, desmotivado, avergonzado, desapegado, deprimido, incluso ansioso. Puede que duermas demasiado y comas o fumes de forma compulsiva para consolarte.

Dentro de la la Ventana de Tolerancia, en cambio, tus sentimientos son funcionales, puedes pensar claramente y sentir tus emociones a la vez. Estás en calma, conectado con la vida, en actitud de curiosidad, con pensamientos claros, conectado contigo mismo y con los demás, te sientes en confianza y en valentía para afrontar la vida.

Tus defensas automáticas

Cuando te sientes amenazado, tu cuerpo está programado para protegerte. Se activan lo que se llaman defensas autonómicas (propuesta de West y Walker (2018)) o como yo les llamo «monstruos automáticos«. La primera parte de la terapia para volver a retomar tu paz y «controlar» la situación que ahora está desajustada es aprender a reconocer estos «monstruos» cuando aparecen.

Los principales «monstruos automáticos» con los que me encuentro habitualmente en Psicología Experta son:

  • Monstruo Congelado. Está habitualmente aterrorizado, sufre ataques de pánico y/o ansiedad social, es incapaz de pensar o actuar, no tiene voz, es cauteloso, su corazón está agitado y vive como congelado.
  • Monstruo Apegado. Pide ayuda a gritos, se siente necesitado, en carencia, le invade la soledad. Siente un temor enorme de ser abandonado, pide a gritos «mírame» o «háblame«. Es un ser que se aferra, pide ayuda a gritos o vive en constante anhelo, esperando siempre «al otro lado del teléfono» o «a que la vida le traiga cosas mejores«.
  • Monstruo Peleón. Vive en estado de hiper-alerta, es explosivo, controlador, crítico, desconfiado, irritable, rígido y destructivo con otras personas (puede aplicar conductas de maltrato) o consigo mismo (autolesiones, conductas suicidas).
  • Monstruo Huidizo. Son personas que tienden a escapar o huir. Tienen tendencia a fantasear, se sienten ausentes, con la mente nublada, entumecidos y viven en modo «preocupación crónica«. Pueden desarrollar fácilmente adiciones y compulsiones, desordenes alimentarios… Se enganchan a la televisión, al móvil o a internet con facilidad.
  • Monstruo Sometido. Son personas que sienten vergüenza, tienen dificultades para poner límites o decir «no«. Son seres pasivos, autocríticos o personas subyugadas. Tienden a ser obedientes y complacientes, sintiéndose habitualmente que no son suficientes, que no son nada o que son malas personas. Se sacrifican o se privan a si mismas, y con frecuencia se dedican a cuidar a otros.

Aprendiendo a a conocer, aceptar y cuidar tus partes

Estoy segura que si analizas una situación que ahora sientes que te fastidia tu vida, vas a identificar alguno (o varios) de los monstruos anteriores. Me gustaría que te quedaras con las siguientes ideas:

  • Todas las partes o monstruos que identificas te están ayudando a sobrevivir, física o psicológicamente, aunque algunos tengan ahora consecuencias negativas sobre ti.
  • Los monstruos hiper-excitados (Apegado, Huidizo y Peleón) te ayudan a movilizarte.
  • Los monstruos hipo-excitados (Congelado y Sometido) te ayudan. a encogerte, a recogerte, a protegerte, a no ser una presa fácil.
  • A medida que identifiques y aceptes tus monstruos y aprendas a relacionarte con ellos (yo siempre os digo: «no vamos a darles más pienso del necesario«) te sentirás con más energía, más calmado y esperanzado en la vida diaria. Tu Ventana de Tolerancia, tu «rosco«, se están expandiendo y estarás progresando, aunque aún te quede trabajo por hacer.

Tus protectores

Además de tus monstruos automáticos, nuestro «self» también se compone de protectores. Siguiendo a Schwart (2001) nuestros principales protectores son de tres tipos: los Gerentes, los Exiliados y los Bomberos.

  • Protectores Gerentes. Son seres proactivos, planifican, controlan, se esfuerzan, se preocupan, critican y cuidan de los demás. Tienden a dar impulso hacia adelante en la vida diaria pero también hacen todo lo posible para evitar sentirse vulnerables. Muchas veces su trabajo les deja exhaustos, tienen altos estándares y buscan la aprobación del mundo exterior. Tienen un perfil de: Ejecutivo, Complaciente-Agobiado, Crítico Severo o Cuidador.
  • Protectores Exiliados. Son las partes vulnerables de la personalidad. A menudo son seres asustados, cargan con la vergüenza, el dolor, la soledad o la dependencia. Entre los exiliados están: el Bebé Abandonado, el Niño Solitario, el Adolescente Enojado, en Niñito pequeño Aterrorizado, el Bebé Hambriento, el Adolescente Hostil y Solitario, el Pre-adolescente avergonzado o el bebé Inconsolable.
  • Protectores Bomberos. Son seres reactivos. Su misión principal es apagar incendios emocionales de los demás, actuando con rapidez. Son personas impulsivas, impacientes y pueden ser destructivas. También pueden ser heroicas y audaces, pero de fácil caída al reino de las adicciones y compulsiones. Son extremistas por definición: su función es distraer o disociar hasta que se apaguen las llamas. Tienen un perfil de: Héroes, Perdido en la Fantasía, Comprador Compulsivo, el Bebedor Compulsivo o Deportista Compulsivo.

¿Qué podemos hacer cuando una situación nos supera?

Siguiendo a Fisher (2017) y Schwarz (2010), todas nuestras partes (los monstruos, los protectores…) son bienvenidas y nos van a ser útiles para solucionar tus problemas actuales. Pregúntales: «¿qué quieren hacerme saber acerca de mis problemas, dificultades, preocupaciones o temores.

En el proceso de acompañamiento en Psicología Experta vamos a ayudarte a identificar tus partes, aceptarlas y acceder a ellas. Hay que separar las partes de tu objetivo (yo a esto le llamo hacer el «zoom» o tomar distancia). Debemos preguntarle a tu parte preocupada qué monstruos y qué protectores está activando, de qué le sirven y en qué te obstaculizan. Y obtener los «permisos necesarios» para trabajar con tus exiliados y soltar u optimizar a tus protectores, según el caso, para conseguir tener la vida satisfactoria que te mereces.

¿Hablamos?

Maternidad consciente: no eres profeta ni adivina, solo acompañante

Tengo que confesar que me gusta recurrir a este libro y a su autora cuando me encuentro con adolescentes y jóvenes en Psicología Experta más perdidos «que un pulpo en un garaje«. Añado otra gran confesión: en muchas ocasiones los que están más a la deriva aún que los hijos, son los papás.

Este es el libro:

PADRES CONSCIENTES. EDUCAR PARA CRECER. Shefali Tsabary

Recuerdo en Psicología Experta a los siguientes adolescentes -jóvenes, (para preservar su intimidad, voy a usar nombres ficticios):

María, 19 años, vive con su madre y su padre. Estudia un ciclo formativo de administración de empresas. El rendimiento académico es medio-bajo. Lleva medio año inmersa en una relación de pareja tóxica con un chico de su edad, que no estudia ni trabaja. El muchacho vive con su abuela paterna. Sus padres son alcohólicos. La madre de María le pide visita en Psicología Experta. Pretende que su hija, a quien define cómo alguien que «está perdida«, se de cuenta de que tiene que estudiar más y de que ese chico no le conviene y decida dejarlo.

Cloti, de 18 años, vive con sus padres y su hermano mayor. Siempre quiso estudiar la carrera universitaria que desde muy pequeña sus padres estaban convencidos que le gustaba: ¡y ella también estaba convencida! Cuando se encontró en su primer semestre de universidad, a Cloti todo se le vino abajo. Quiso dejar los estudios, no fueron lo que ella esperaba, pero se dispararon todos sus miedos: el qué dirán, el qué sería de ella ahora y, sobretodo, todo aquello que sus padres habían pensado que era lo ideal para ella, estaba destruido. La madre de Cloti me visitó en la primera sesión. Estaba dispuesta a acompañar a Cloti en cualquiera que fuese la decisión, pero ni ella misma sabia por dónde empezar. La madre de Cloti tiene clara una cosa: su hija debe tomar una decisión más pronto que tarde, pues a más tiempo más dolor, según la mamá.

David, de 21 años, padres separados. Vive con su madre pero visita asiduamente a su padre. Se lleva mal con su mamá, pues ésta le recuerda constantemente que él ha estudiado poco, que no tiene empleo y que se pasa los días jugando al ordenador. En la primera consulta recibo a la madre de David. Su objetivo es que su hijo asista a Psicología Experta para que le dé un empujón que le haga darse cuenta de que debe estudiar más, invertir su tiempo en cosas útiles y, sobretodo, encontrar trabajo. Pues si no, sentencia la mamá, «lo voy a enviar a vivir con su padre porque no quiero ver como mi único hijo, no es nadie en la vida«.

Te pregunto ahora: ¿qué ves de común en estos tres casos? ¡Estás en lo cierto!: la demanda viene por parte de familiares, que tienen muy claro qué es lo que necesita el hijo/a. Y las expectativas del qué, cómo, cuándo y por qué, también vienen de los papás, que son seres, parece ser «todo-poderosos«. ¿Realmente como padre/madre te sientes así, un ser todo-poderoso? No sé tú, pero yo me siento llena de dudas sobre mis supuestos súper-poderes como mamá.

No te voy a decir que a veces me cuesta que los padres acepten lo siguiente: si tienes un hijo/a es fundamental que tomes consciencia de que estás criando (o acompañando) a un «espíritu que palpita con su propia firma«, como dice mi querida Shefali Tsabary. Esto nos ha de llevar a aceptar que, aunque seamos más mayores que nuestros hijos, eso no nos hace más sabios. Si eres un progenitor sensato asumirás más pronto que tarde que te toca un papel secundario en las «películas de tus hijos«. Sí: un rol principal de acompañar, pero un rol secundario en cuanto a la detección de lo que necesita o desean, en sus formas, en sus tiempos y en sus por qué. ¿Me explico? ¡Esto me cuesta horrores que lo comprendan los papás!: no se trata de lo que tú crees que tu hijo/a necesita, sino de lo que él o ella cree que necesita y desea. Vamos a intentar allanarles el camino entonces para una mayor comprensión de sus expectativas y necesidades, y una mayor puesta en acción efectiva.

Cuando impones a tus hijos lo que tú crees que a ellos les conviene, pueden ocurrir tres cosas. La primera, que te equivoques acerca de sus necesidades reales (estarás «meando fuera de tiesto» como vulgarmente se dice). La segunda, vas a forzar su autonomía y responsabilidad hacia la cobertura de una necesidad que igual ni siquiera tienen, y si realmente la tienen, estarás casi lanzándoles a un liderazgo competencial para la que igual ni están preparados (vaya, que les estarás lanzando prácticamente «a la inmensidad del abismo«). Y tercera cosa que puede ocurrir, que seas tú misma quién intentes comprometerte en alcanzar la necesidad, dejando a los hijos en el camino, como si aquello «no fuera con ellos», con lo que no habrán aprendido nada de nada en el proceso.

Conclusión de todo esto: pasar por crisis personales en la adolescencia y juventud es una extensión de las alas para tus hijos. Vemos en ellos la confusión y el dolor, pero también su energía y su euforia. Aunque intentamos protegerles de lo que se les viene encima (pues en una sesión de Psicología Experta van a tener que afrontar sus deseos, pero también sus miedos y sus demonios), han de probar el tema. Y probarlo con descaro: y con esto me refiero a que son ellos los que tienen que contactar con sus necesidades. Cuando un adolescente o joven entra en crisis personal, tiene que tomar decisiones, contactar con sus potencialidades pero también con sus demonios, y en esta tesitura el hijo nos pertenece, como papás, menos que nunca. Es su proceso y no el nuestro. A nosotros, desde la parentalidad consciente, nos toca solo el papel de acompañar con paciencia y amor.

Shefali Tsabary. lo dice claro:

  • Ya no puedes ser el adulto todo-poderoso; ahora has de ser un compañero omnipresente.
  • Tus hijos necesitan que estés aquí cuando lloren pero no sepan explicar por qué están llorando.
  • Necesitan que respetes su privacidad incluso cuando se aferren a ti.
  • Necesitan que los aceptes cuando te rechacen y se rechacen a sí mismos, y que los entiendas incluso si lo que hacen no tiene sentido.
  • Necesitan que nades con ellos en las traicioneras aguas de sus caóticas emociones, aunque no paren de quitarse el chaleco salvavidas.
  • Necesitan que mantengas la calma cuando te lleven al borde de la cordura, que estés callado y escuches incluso cuando te supliquen que des tu opinión, y que estés ahí, a su lado, sin tener en cuenta tus ideas o interpretaciones.
  • Necesitan que les perdones por sus distracciones y olvidos, y que entiendas que es hormonal.
  • Necesitan que tengas con ellos manga ancha y les permitas desafiarte un poco, que te des cuenta de que eso forma parte de un desarrollo sano.
  • Necesitan que entiendas que a veces las responsabilidades les abruman, que ahora igual no pueden tomar decisiones, que necesitan más tiempo, que igual es interesante que pasen por la experiencia negativa y «se den la ostia» para aprender y enfrentarse.

Si quieres ayudar a tus hijos adolescentes-jóvenes, es muy importante que entiendas esta regla para mi fundamental en la maternidad y la paternidad consciente: no intentes arreglar su vida, sino que basta con que comprendas el caos de estos años. Ellos requieren de ti que te mantengas firme aún te sientas frustrada e impaciente por la hoja de ruta que están tomando, que admires su coraje y les acompañes en aquello por lo que estén pasando desde el amor y el respeto. Deja de decirles a tus hijos que se están equivocando en su camino. Dales ruedas y fuerza para ese trayecto. La vida nos lleva al lugar adecuado aunque sea desde otros senderos.

¿Hablamos?

¿Por qué somos celosos?

“Celos, ese dragón que mata al amor con el pretexto de mantenerlo vivo. ” (Havelock Ellis).

Son muchas las personas que consultan a Psicología Experta acerca de cómo superar sus celos o cómo sobrevivir a los mismos cuando se dan por parte de la pareja. Lejos de ser una muestra de amor o de querer confirmar el dicho «quién bien te quiere, te hará sufrir«,  la celotipia es una semilla fértil para las relaciones tóxicas.

Ahora bien, seguro que te estás preguntando: ¿por qué somos celosos? Las formas que toma la celotipia pueden ser variadas, si bien las causas suelen ser comunes:

1. El miedo a quedarse solo por la pérdida de la pareja. El celoso está temeroso de perder todo aquello que la persona amada representa para él, lo que le aporta de positivo: cariño, amor, sexo, atención, consuelo, consejo, bienestar económico, ayuda, compañía, reconocimiento social…

2. El sentimiento de pertenencia y protección.  Ante algo que le llena de bienestar y seguridad, el celoso siente que debe proteger esa pertenencia. Si tiene algo que se valora y se quiere conservar, para el celoso no cabe ser confiado ni «ingenuo«: debe  de proteger que lo preciado, no le sea arrebatado.

3. Falta de seguridad y confianza en uno mismo. Si la persona celosa se percibe a si misma como poca cosa, insuficiente, o se compara en negativo con otras personas, el miedo a que aparezca alguien mejor en la vida de la pareja y le abandone, es inmenso. El celoso cree que no vale nada en comparación con sus semejantes y su destino es que va a ser substituido por otro sujeto mejor que él.

4. El egoísmo del celoso y el sentimiento de propiedad. Si la persona que siente celos cree que se merece esa pareja, que ha invertido mucho tiempo y/o esfuerzo en ella o es el sujeto más adecuado para la otra persona, la celotipia parece quedar justificada.

5. El autoengaño del celoso. Creer que mostrar amor desmesurado por el otro, interés (incluso control) por cualquier aspecto de la vida de la pareja, es a veces la utopía del amor incondicional del celoso. El autoengaño nace de la creencia de que todo está bajo control, incluso el pensamiento, emoción y acción del otro. Como supones, esto está muy alejado de la realidad. Más allá de mis acciones y sentimientos, el otro siempre tiene derecho a decidir si quiere o no quiere estar a mi lado.

Cuando experimentas celos sientes emociones negativas como : sentirse inadecuada, frustrada, resentida, sentir ira, dolor y/o suspicacia. Por lo tanto, los celos son una emoción que contiene miedo, humillación y rabia (ira). Los celos son una comparación, competición y sentirse en la.posibilidad de ser reemplazada.

Está claro: es más que probable que existan muchas más causas de las conductas celosas, si bien te he expuesto las principales que me encuentro y trabajo en Psicología Experta. Te señalo a continuación algunas formas de afrontar la celotipia.

Asesoramiento y consejos para los celosos y sus parejas

A. El trabajo de la confianza en uno mismo y en la relación de pareja. Si quiero construir un vínculo afectivo sano, debo conocerme a mi mismo, conocer al otro y adquirir estrategias para la resolución de problemas desde la confianza.

B. Conocer las fases de la relación de pareja y los mitos sobre las relaciones amorosas. Es fundamental revisar las creencias fraguadas sobre el amor y aceptar que la fase de enamoramiento no suele ser el continuo de la relación. Las crisis de pareja también fortalecen.

C. ¿Puedo (yo) cambiar al otro? La respuesta es no. El otro cambia si quiere. Nada más que añadir.

D. De acuerdo. Soy celoso. ¿Y ahora qué?  En primer lugar me gustaría que fueras consciente de cómo tus actos movidos por los celos pueden dañar al otro, pero también a la relación e incluso a ti mismo. Además, no centres exclusivamente tu felicidad en la relación de pareja: te recomiendo que revises tus propósitos vitales y re-orientes los mismos si no te están aportando el bienestar que estás buscando en el apego con el otro. En tercer lugar, identifica las fuentes de chantaje emocional y determina las formas en que no estás siendo respetuoso con el tiempo y el espacio del otro, para modificarlas lo antes posible. También resulta eficaz que busques fuentes de satisfacción alternativas a tu pareja. Por último decirte que si sientes que la celotipia se te escapa de las manos, busca ayuda profesional.

El trabajo de los profesionales: algunas terapias psicológicas para los celos

Las terapias que utilizamos los psicólogos son variadas y se ocupan de diferentes aspectos de la conducta del celoso. Entre las más utilizadas están las siguientes:

1. Terapias cognitivas y comportamentales. Entre ellas destacan la terapia racional emotiva y la reestructuración cognitiva, que buscan la sustitución de pensamientos erróneos por pensamientos racionales.

2. Terapia de pareja: para mejorar las habilidades de comunicación interpersonal y terapia asertiva.

3. Técnicas de manejo de conflictos, para afrontarlos debidamente en situaciones interpersonales.

4. Técnicas de autocontrol y regulación emocional, para inhibir reacciones impulsivas, desmedidas o agresivas. Es útil para suprimir las escenas de celos y los ataques de ira.

5. Terapia familiar sistémica, que se centra en las interacciones entre los miembros de la pareja. Se busca aceptar las limitaciones del otro y ver el problema desde otra perspectiva más amplia, que incluya los puntos de vista de los dos miembros de la pareja.

«Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la que más cosas sirven para alimentarla y menos para remediarla«. Montaigne, Ensayos (1580-1592)

¿Hablamos?

Cambia tu vida y sal de la relación tóxica

Destacado

Deja la toxicidad de las relaciones atrás con mi nuevo nuevo libro:

PERSONAS VENENOSAS. TU PAREJA ES TÓXICA? Y TU EX, TAMBIÉN? EL MALTRATO QUE PERDURA MÁS ALLÁ DE LA RELACIÓN DE PAREJA.

Mi nuevo libro ya está a la venta. Lo tienes en Amazon en papel y en ebook. En el siguiente enlace puedes ver también las reseñas:

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En primer lugar decirte que los personajes tóxicos existen. Lo he vivido en la propia piel. También los he detectado en muchas de las mujeres que atiendo en mi profesión. Y cuanto más lejos puedas mantener a los tóxicos de tu vida, mejor. Las relaciones tóxicas son muy dañidas: te quedas atrapada en el dolor y en la toxicidad. Y son un ataque a tu autoestima y a tu dignidad personal.

Si piensas que tu pareja o tu ex es una persona problemática, manipuladora, controladora, autoritaria, chismosa, envidiosa, violenta, orgullosa, mediocre…, incluso si crees que es un psicópata, un neurótico o “un ser maligno”, no lo dudes: estás delante de un personaje tóxico. Y estas personas generan dependencia emocional, malestar y abuso.

Yo les llamo personajes tóxico-venenosos porque emanan veneno (por ello son tóxicos) y porque estan conformados de “substancia” dañina, que produce lesión e incluso enfermedad en la otra persona (de ahí que son venenosos).

A continuación, estoy segura de que te preguntas a diario cosas como estas. ¿Voy a poder dejar de contactar con el tóxico si es el padre de mis hijos? ¿Cómo ejercer la custodia y/o patria potestad en común con él?

Mi consejo: ¡Debes salir de ese bucle de preguntas que solo te dañan! La situación tóxica con el ex no solo te ataca a ti. Esa realidad va a hacer daño también, tarde o temprano, a tus hijos.

Dicho esto, quiero presentarte mi nuevo libro «Personas Venenosas«. A través de la lectura podrás dotarte de información y herramientas para romper con la toxicidad. Vas a poder acabar con el veneno que te está generando esa persona y esa relación. Si tu pareja es venenosa, y tu ex también, hay que correr.

Por último decirte: ¡Mujer, este libro es un golpe en la mesa! El ensayo que te presento es un conjunto de palabras inspiradoras. Frases llenas de acción que te harán despertar. Podrás salir de la situación de abuso que ahora vives. Y acabar con tu indefensión y tus miedos. Sobretodo, podrás volver a liderar tu vida y alcanzar la tan merecida felicidad para ti, y para tus hijos.

Creo que con lo que te explico, vas a ir rápido a buscar mi libro. Te va a cambiar la vida, te lo aseguro.

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Tienes a continuación algunos post en mi perfil de Instagram que recogen temas en los que luego vas a poder profundizar más en el libro.

Apoyándote en los demás: el Modelo de la Interdependencia

El modelo de atención basado en la interdependencia nace en el año 2020 , fruto de mi larga carrera (desde 1999) como directora de centros residenciales de atención a personas vulnerables y dependientes. Aunque en ese momento lo creé en pensando en la atención prestada a las personas mayores en las residencias, sus principios son totalmente aplicables a cualquier tipo de acompañamiento personal o profesional que se realice en el contexto de una persona que, en un momento determinado de su vida, necesita ayuda o soportes, y otra/s que le acompañan en ese camino.

El Modelo de la Interdependencia nutre al 100% mi método psicoterapéutico.

Decálogo del Modelo

  • La interdependencia es una relación de dependencia mutua y equitativa, donde todos los factores involucrados se benefician, complementan o cooperan de formas variadas con los demás , para conseguir sus objetivos.
  • La atención y el acompañamiento de calidad es posible gracias a las relaciones interpersonales e interdependientes. Es fundamental cuidar al máximo la relación entre la persona que es ayudada/acompañada y el que presta el soporte-ayuda o acompañante.
  • En nuestro día a día dependemos de otras personas para desarrollarnos. La interdependencia nos pide que seamos capaces de aprender a depender de los demás sin perder la propia independencia a la vez.
  • El vínculo relacional en la interdependencia es sano y positivo: evita situaciones de dependencia patológica, considera a cada persona única y valiosa, y aporta crecimiento personal.

Los Pilares del Modelo

  • La confianza. Es el pilar fundamental del modelo, porque si en la persona que necesita de ayuda/soporte o ser acompañada terapéuticamente, existen sospechas sobre las motivaciones del que ha de acompañarle-ayudarle, todo lo que éste haga va a quedar contaminado de esa sospecha o desconfianza. Cuando confiamos en las personas nos sentimos seguros de su integridad, de sus intenciones y de sus capacidades. Y esto es fundamental en la relación psicoterapéutica, porque en la desconfianza va a ser imposible tener fe en que el otro va a ser corresponsable de mis necesidades, preferencias o deseos de cambio o atención. 
  • La escucha. Escuchar significa mucho más que oír. En la relación y acompañamiento es fundamental que se dé esta escucha activa. La buena escucha es uno de los principales retos de las personas. Con frecuencia escuchamos muy poco, tanto a nosotros mismos como a los demás. Hay que escuchar más que hablar. La escucha del otro puede mejorar considerablemente si escuchamos sin juzgar a la otra persona y sin sacar conclusiones.
  • La autenticidad. La autenticidad es el valor que hace referencia a la persona que dice la verdad, acepta la responsabilidad de sus sentimientos y conductas, es sincera y coherente consigo misma y con los otros. Es una apelación a actuar bajo nuestra convicción, pero también respetando la convicción de la otra persona. Para ello debemos auto-conocernos y auto-gestionarnos, conocer al otro y ayudarle en su gestión personal. La autenticidad incrementa nuestro compromiso con los objetivos y nos inclina a ayudar más a los demás. También nos ayuda a destacar las fortalezas, aun reconociendo las debilidades, a ser honestos, y contribuye a visualizar los valores personales.
  • La aceptación incondicional. Esta actitud implica aceptar a la persona tal y como es y está, con su situación personal, sus sentimientos y sus experiencias. Debemos tener un respeto absoluto por el otro, en una aceptación total hacia la persona y sus conductas. Aceptar incondicionalmente al otro es también facilitar que las dificultades o los errores parezcan fáciles de solucionar, alentando a la persona o buscando siempre la positividad y el aprendizaje; elogiar cada progreso o los pequeños logros y colaboraciones: las capacidades se marchitan en la crítica y la desaprobación.

En mi novela «Cuando todo cobra sentido«, encontrarás un capítulo final que recoge todas las bases del Modelo de la Interdependencia y su aplicabilidad.