Si tu relación es tóxica, mira hacia tu interior

Manuela, la protagonista de mi novela “Cuando todo cobra sentido”, dice en uno de los capítulos:

Hay que asomarse de vez en cuando al interior de cada uno. A diario vamos navegando entre autobuses, trabajo, libros, correos electrónicos, peleas, malestares, banquetes y contactos varios. En un mundo ruidoso de puro quehacer, está bien encontrar la calma de vez en cuando”.

Cuando estamos inmersas en una relación tóxica, miramos poco hacia nuestro interior. Solemos estar más hacia el exterior, en un bucle de acción: a mayor dolor en el amor, más cantidad de cosas intentamos hacer para que el sufrimiento se marche y nuestra relación de pareja funcione.

Ese hacer y más hacer también forma parte de la tela de araña del compañero que nos atrapa en sus redes supuestamente amorosas: sus mensajes de “no lo estás haciendo bien”, “estás equivocada”, “no me prestas atención” son cada vez más frecuentes. 

Estas directrices que el otro nos da, nos conducen a intentar continuamente llevar a cabo acciones para contentarle a él y tú acabas por asumir que tú torpeza es la causa de que vuestra relación no funcione. 

Yo tuve una pareja que con frecuencia me decía “más hechos y menos palabras”: él consideraba que yo decía y no hacía ¡cuándo yo no sabía ni por dónde tirar con tanta presión que ejercía sobre mí! Me pasaba los días justificando mis acciones ante él y nada le parecía correcto o suficiente. Mi seguridad en mí misma, mi autoestima, estaba cada vez más dañada.

Cuando estamos inmersas en ese bucle de acción, hay que parar y mirar al interior. En el hacer continuo para que la relación funcione, estamos entrando en una dimensión sobre la que ya no tenemos ningún control: los pensamientos propios están en total desacuerdo con la realidad.

En mi caso por ejemplo, cuanto más frecuentemente él me decía “más hechos y menos palabras”, mayor era mi descontrol y mi mente estaba menos clara. Siempre he sido una mujer comprometida y responsable en las cosas que tengo o deseo hacer: no tiendo a procrastinar.

En cambio en mi relación de pareja, la persona a la cual amaba, me decía constantemente que lo mío era “charlatanería” ¡cuando la realidad era me estaba dejando la piel para que fuéramos una pareja feliz! Necesité parar, buscar ayuda (bendito mi amigo Jordi y su rol de terapeuta), mirar hacia el interior y poco a poco tomar conciencia de la historia en la que estaba inmersa: una relación tóxica y de dependencia emocional.