Trabajar desde el poder personal: identificar, aceptar e integrar a tus monstruos

Los que me conocéis sabéis que no trabajo desde la psicología clínica (cuando es necesaria, derivo a un profesional con ese enfoque). Prefiero trabajar desde un paradigma propio más vinculado al crecimiento personal y que se nutre del enfoque humanista y la psicoterapia centrada en el cliente de Carl Rogers. Este enfoque dignifica y valora el esfuerzo de la persona por desarrollar sus potencialidades. La terapia del self y el modelo IFS (Sistemas de Familia Interna) también me es muy inspirador y utilizo técnicas gestálticas, del coaching, de la terapia de aceptación y compromiso, etc., para ofrecerte un enfoque que, una vez entendido y aprendido, vas a poder utilizar para cualquier dificultad y para cualquier reto que te plantees en tu vida.

La mente humana no es algo unitario sino una «familia de sub-personalidades«: contiene por ejemplo, a niños heridos, adolescentes rebeldes, adultos rígidos, padres hipercríticos, amigos que se preocupan por nosotros, familiares que nos apoyan, etc. Desde la terapia convencional puede ocurrir que se impulse al paciente a superar estas partes o personalidades suyas avergonzadas, impulsivas, críticas, destructivas… Mi propuesta de trabajo es integradora: vamos a identificar esos «monstruos» que ahora parece que te fastidian la vida, para aceptar que existen e integrarlos como parte de tus «personalidades», de manera que se vuelvan más funcionales.

Cuando tenemos problemas o dificultades en nuestra vida, la propuesta de trabajo de Psicología Experta no es verlos como si tuviéramos una enfermedad, una tara o una carencia. Mi propuesta de trabajo reconoce que todos tenemos los recursos en nosotros mismos para resolver nuestros problemas, aunque estos recursos puede que ahora estén bloqueados por culpa de reacciones inconscientes a episodios del pasado.

Una vez aprendas el método que te propongo, el modelo está diseñado para ser dirigido por uno mismo. Si entiendes el «rosco« y los «monstruos» que te explico en este artículo, vas a tener el poder de hacerte cargo de tus dificultades actuales, de tu propio crecimiento personal. Es tu verdadero Yo (el self), y no un terapeuta, quien es el agente de cambio, de «curación» y de plenitud personal.

Todos tenemos partes

En mi modelo sigo la propuesta de West y Walker (2018): nuestras emociones suben y bajan. Cuando podemos pensar con claridad y sentir nuestras emociones al mismo tiempo, estamos en la Ventana de Tolerancia (cada uno tiene la suya). Desde esta ventana somos seres sabios y reales, capaces de gobernar nuestra vida con plenitud. Si estamos hiper-excitados estamos por debajo de la Ventana de Tolerancia y estamos sobre-estimulados, desde donde es fácil perder el control y sobre-ocuparnos, caer en estrés. Si estamos en hipo-excitación estamos por debajo de la Ventana y nos cerramos emocionalmente, nos desbordamos, nos desmotivamos o no encontramos sentido a la vida ni soluciones a nuestros problemas.

¿Cómo sabes cuando estás por encima de tu Ventana? Cuando sientes la urgencia de actuar, o te sientes inseguro, en hiper-alerta, asustado, aterrorizado, furioso, abrumado… A nivel físico puedes tener dolores musculares, de cabeza, dificultades para dormir, pérdida de apetito y te quedas atascado (en bucle) en tus pensamientos.

¿Cómo sabes cuando estás por encima de tu Ventana? Cuando te sientes entumecido, cansado, bajo de ánimo, desconectado, desmotivado, avergonzado, desapegado, deprimido, incluso ansioso. Puede que duermas demasiado y comas o fumes de forma compulsiva para consolarte.

Dentro de la la Ventana de Tolerancia, en cambio, tus sentimientos son funcionales, puedes pensar claramente y sentir tus emociones a la vez. Estás en calma, conectado con la vida, en actitud de curiosidad, con pensamientos claros, conectado contigo mismo y con los demás, te sientes en confianza y en valentía para afrontar la vida.

Tus defensas automáticas

Cuando te sientes amenazado, tu cuerpo está programado para protegerte. Se activan lo que se llaman defensas autonómicas (propuesta de West y Walker (2018)) o como yo les llamo «monstruos automáticos«. La primera parte de la terapia para volver a retomar tu paz y «controlar» la situación que ahora está desajustada es aprender a reconocer estos «monstruos» cuando aparecen.

Los principales «monstruos automáticos» con los que me encuentro habitualmente en Psicología Experta son:

  • Monstruo Congelado. Está habitualmente aterrorizado, sufre ataques de pánico y/o ansiedad social, es incapaz de pensar o actuar, no tiene voz, es cauteloso, su corazón está agitado y vive como congelado.
  • Monstruo Apegado. Pide ayuda a gritos, se siente necesitado, en carencia, le invade la soledad. Siente un temor enorme de ser abandonado, pide a gritos «mírame» o «háblame«. Es un ser que se aferra, pide ayuda a gritos o vive en constante anhelo, esperando siempre «al otro lado del teléfono» o «a que la vida le traiga cosas mejores«.
  • Monstruo Peleón. Vive en estado de hiper-alerta, es explosivo, controlador, crítico, desconfiado, irritable, rígido y destructivo con otras personas (puede aplicar conductas de maltrato) o consigo mismo (autolesiones, conductas suicidas).
  • Monstruo Huidizo. Son personas que tienden a escapar o huir. Tienen tendencia a fantasear, se sienten ausentes, con la mente nublada, entumecidos y viven en modo «preocupación crónica«. Pueden desarrollar fácilmente adiciones y compulsiones, desordenes alimentarios… Se enganchan a la televisión, al móvil o a internet con facilidad.
  • Monstruo Sometido. Son personas que sienten vergüenza, tienen dificultades para poner límites o decir «no«. Son seres pasivos, autocríticos o personas subyugadas. Tienden a ser obedientes y complacientes, sintiéndose habitualmente que no son suficientes, que no son nada o que son malas personas. Se sacrifican o se privan a si mismas, y con frecuencia se dedican a cuidar a otros.

Aprendiendo a a conocer, aceptar y cuidar tus partes

Estoy segura que si analizas una situación que ahora sientes que te fastidia tu vida, vas a identificar alguno (o varios) de los monstruos anteriores. Me gustaría que te quedaras con las siguientes ideas:

  • Todas las partes o monstruos que identificas te están ayudando a sobrevivir, física o psicológicamente, aunque algunos tengan ahora consecuencias negativas sobre ti.
  • Los monstruos hiper-excitados (Apegado, Huidizo y Peleón) te ayudan a movilizarte.
  • Los monstruos hipo-excitados (Congelado y Sometido) te ayudan. a encogerte, a recogerte, a protegerte, a no ser una presa fácil.
  • A medida que identifiques y aceptes tus monstruos y aprendas a relacionarte con ellos (yo siempre os digo: «no vamos a darles más pienso del necesario«) te sentirás con más energía, más calmado y esperanzado en la vida diaria. Tu Ventana de Tolerancia, tu «rosco«, se están expandiendo y estarás progresando, aunque aún te quede trabajo por hacer.

Tus protectores

Además de tus monstruos automáticos, nuestro «self» también se compone de protectores. Siguiendo a Schwart (2001) nuestros principales protectores son de tres tipos: los Gerentes, los Exiliados y los Bomberos.

  • Protectores Gerentes. Son seres proactivos, planifican, controlan, se esfuerzan, se preocupan, critican y cuidan de los demás. Tienden a dar impulso hacia adelante en la vida diaria pero también hacen todo lo posible para evitar sentirse vulnerables. Muchas veces su trabajo les deja exhaustos, tienen altos estándares y buscan la aprobación del mundo exterior. Tienen un perfil de: Ejecutivo, Complaciente-Agobiado, Crítico Severo o Cuidador.
  • Protectores Exiliados. Son las partes vulnerables de la personalidad. A menudo son seres asustados, cargan con la vergüenza, el dolor, la soledad o la dependencia. Entre los exiliados están: el Bebé Abandonado, el Niño Solitario, el Adolescente Enojado, en Niñito pequeño Aterrorizado, el Bebé Hambriento, el Adolescente Hostil y Solitario, el Pre-adolescente avergonzado o el bebé Inconsolable.
  • Protectores Bomberos. Son seres reactivos. Su misión principal es apagar incendios emocionales de los demás, actuando con rapidez. Son personas impulsivas, impacientes y pueden ser destructivas. También pueden ser heroicas y audaces, pero de fácil caída al reino de las adicciones y compulsiones. Son extremistas por definición: su función es distraer o disociar hasta que se apaguen las llamas. Tienen un perfil de: Héroes, Perdido en la Fantasía, Comprador Compulsivo, el Bebedor Compulsivo o Deportista Compulsivo.

¿Qué podemos hacer cuando una situación nos supera?

Siguiendo a Fisher (2017) y Schwarz (2010), todas nuestras partes (los monstruos, los protectores…) son bienvenidas y nos van a ser útiles para solucionar tus problemas actuales. Pregúntales: «¿qué quieren hacerme saber acerca de mis problemas, dificultades, preocupaciones o temores.

En el proceso de acompañamiento en Psicología Experta vamos a ayudarte a identificar tus partes, aceptarlas y acceder a ellas. Hay que separar las partes de tu objetivo (yo a esto le llamo hacer el «zoom» o tomar distancia). Debemos preguntarle a tu parte preocupada qué monstruos y qué protectores está activando, de qué le sirven y en qué te obstaculizan. Y obtener los «permisos necesarios» para trabajar con tus exiliados y soltar u optimizar a tus protectores, según el caso, para conseguir tener la vida satisfactoria que te mereces.

¿Hablamos?

¡Acuérdate del rosco!

Ya hace un tiempo que tengo en marcha mi servicio de asesoría y acompañamiento en Psicología Experta. Es un servicio no clínico y mucho más vinculado al crecimiento personal. De todo este tiempo de trabajo con clientas, puedo ponerte sobre la mesa dos realidades que van juntas de la mano.

  • LA PRIMERA. La mayoría de personas que contactan con Psicología Experta lo hacen con el fin de encontrar soluciones a problemas relacionales (pareja, amistades, laborales) y dificultades personales (baja autoestima, infelicidad, desmotivación…).
  • LA SEGUNDA. La mayoría de argumentos que dan las personas que consultan a Psicología Experta sobre las dificultades anteriores, están en la linea de: «mi pareja no me entiende«, «tengo miedo de no integrarme en un grupo de amigos«, «si hago esto, seguro que él me va a rechazar«, «estoy segura de que los compañeros de trabajo piensan que soy incompetente«, «es que mi ex pareja es una mala persona y me hace la vida imposible«, «mis hijos me rechazan«, «estoy desmotivada porque en mi casa, mis padres, no me ponen las cosas fáciles«, «me siento triste porque él me trata mal«, «mi trabajo no tiene sentido porque mis jefes no me dan tareas a mi altura», «el despacho es un caos, no tienen organización y no puedo hacer bien mi trabajo«, «mis a amigas no me entienden«… ¿Te resuenan estas frases?

Ante estas dos realidades, existen dos respuestas. Para la PRIMERA: todo tiene solución, si ajustamos expectativas y estamos dispuestas a salir de la zona de confort. Para la SEGUNDA: «está muy mal lo que te hacen, sienten o piensan los demás de ti, pero tenemos que volver a ti, a lo que tú piensas, sientes y haces contigo misma«. Y eso es el rosco. Y cuando las clientas entienden y atienden al rosco, la vida cambia (para mejor, claro está).

La mayoría de personas pasamos más tiempo en la zona de preocupación que en la zona de influencia.

La zona de preocupación es como una nebulosa donde nos dedicamos a alimentar las peores posibilidades, echamos leña al fuego y cargamos con argumentos ese catastrofismo y nuestro miedo. Esos argumentos son sobre lo que nos hacen (o no hacen) los demás , qué piensan sobre nosotras, cómo nos hacen sentir… La responsabilidad de lo que imaginamos que ocurre (o puede ocurrir) en esa zona de preocupación suele estar en los otros. Pensar que eliminar nuestra zona de precupación, nuestras dificultades, nuestros miedos, nuestra felicidad…, está en manos de lo que hagan, piensan o sientan los demás, es una batalla totalmente perdida. Por eso yo aconsejo a mis clientas que salgan cuanto antes tanto de la zona de preocupación (pasen de preocuparse a ocuparse), que dejen a un lado lo que los demás piensen-sientan-crean sobre ellas y entren de pleno a la zona de influencia. En esta última tenemos poder para actuar, es todo aquello que está a nuestro alcance para cambiar las situaciones que no nos gustan. En esta zona somos proactivas. Depende al 100% de nosotras: es el «agujero del donut«.

Imagínate un rosco, un «donut«. La zona blandita, el «bollito del donut«, sería todo aquello que no depende de nosotras. Incluiría: las acciones de las demás personas, las palabras de las demás personas, los sentimientos de las otras personas, las consecuencias de las acciones de otras personas, las creencias de esas otras personas, los errores de las demás personas, las ideas de los otros… O sea, todo lo que pertenece al terreno del otro y que no vas a poder controlar nunca (acuérdate de mis palabras: nunca). Por el contrario, el agujero del «donut» incluiría todo aquello que te pertenece a ti y por tanto son cosas que sí que van a estar bajo tu total control. Ahí incluimos: tus palabras, tus acciones, tus errores, tu conducta, tu esfuerzo, tus ideas, tus creencias, tus consecuencias… Vistas todas ellas de la forma más realista posible (de ahí el ajuste de expectativas) y con la intención de salir de tu zona de confort.

Sobre el ajuste de expectativas le decía precisamente hace unos días a un cliente que me explicaba que dejó a su anterior psicólogo que él podía hacer cualquier cosa y eso no era verdad. Le pregunté: ¿Qué es exactamente lo que tú creías que no podías hacer y tu psicólogo creía que si? «Escalar una montaña», me contestó. Este cliente estuvo los diez minutos previos explicándome que se sentía inferior a su nueva pareja porque él no tenía ese «fondo de montaña» pues nunca le había gustado el ámbito rural precisamente y aún menos la escalada, a pesar de tener un buen entrenamiento en el gimnasio y alimentarse de forma sana. Cuando le puse sobre la mesa porqué él creía que no podía escalar una montaña pero a la vez se torturaba con ser alguien inferior si no tenia tal aficion, y esto estaba incluso afectando en su seguridad personal en la relación de pareja, el cliente me contestó: «no creo que pueda escalar una montaña porque en realidad a mí edad ya no estoy dispuesto a este esfuerzo». Date cuenta: el cliente condicionaba su validez personal, se comparaba en negativo y sentia inferior a su pareja, incluso afectando a su seguridad en la nueva relación amorosa, a una cosa que él mismo había decidido: «no estoy dispuesto a hacer el esfuerzo a mi edad de ponerme a escalar montañas». Si esa es la decisión, totalmente válida si es la que el cliente escoge desde sus aficiones, madurez y empoderamiento personal, ¿va a seguir preocupándose por la escalada o va aceptar a partir de ahora que su relación de pareja puede fluir más allá de que escale o no?».

Acerca de salir de la zona de confort: nos reímos con una clienta hace unos meses acerca de como solemos quedarnos en la queja, achacar la responsabilidad de las cosas que nos ocurren a los demás y seguir dando vueltas a ello, muy a pesar de ser conscientes de que retroalimentar la queja y el dolor no aporta soluciones. Auto-atraparse en la retroalimentación constante de la zona de preocupación es quedarse en la mierda, pues «en la mierda conocida, al menos, se está calentito». Poner el foco en qué puedo hacer yo para solucionar esa situación, asumir la responsabilidad que me pertoca, es salir de la zona de confort que es «la mierda calentita».

¿Se entiende?

A medida que crece la zona de preocupación, disminuye la zona de influencia, y viceversa. Vamos a verlo:

  • Elige una de las preocupaciones actuales que están en tu zona de preocupación. Examina los argumentos que te das a ti misma para estar ahí. Estoy segura de que si has cogido una hoja en blanco, has escogido una preocupación, y te has descrito los argumentos que te dices a ti misma para que se tema en concreto sea una preocupación para ti, ya te digo que estoy segurísima de que el 90% de los argumentos son cosas, emociones, acciones, pensamientos, que pertenecen a algo que debe hacer/pensar/sentir la otra persona para que mi preocupación «desaparezca» o «sea diferente«. Pruébalo por favor. ¿Me equivoco?
  • A más te centres en alimentar todos esos argumentos que engordan tu preocupación, más grande y pesada es la misma y mayor es la sensación de estar atrapada en ella. La zona de preocupación por tanto aumenta, y nuestra zona de influencia (lo que yo puedo hacer, pensar o sentir para superar esa situación), es menor, pues estamos ofuscadas o en bucle. ¿Estoy en lo cierto?

Está claro: si la preocupación en cuestión, para solucionar el tema, todo (¡absolutamente todo!) depende del otro, siento decirte que no lo vas a poder solucionar (¡nunca!). Por tanto, solo te queda una salida: deja de preocuparte porque es una situación sin solución. Aléjate de ahí.

Ahora bien, piensa un momento: ¿Sobre qué, de todo esto que preocupa, yo puedo hacer algo? ¿Qué está dentro de mi control? Pues si hay cosas ahí, pasa a ocuparte de ellas, y deja de preocuparte. El trabajo en Psicología Experta siempre lo centramos en esto: delante de cualquier situación que ahora te preocupa, vamos a ayudarte a que pases de la preocupación a la ocupación. Y para ello, vamos a ver que está dentro de tu «agujero del rosco«. Es decir, sobre esa preocupación concreta, identifica qué depende de ti a nivel de pensamientos, acciones y emociones. Pues es ahí, en el «agujero«, donde tenemos margen de maniobra para solucionar aquello que te preocupa o te causa dolor.

Ya sé que este es un artículo largo, pero merece la pena que lo leas hasta el final para que entiendas bien que está en tu mano cambiar todo aquello que ahora te preocupa y te genera infelicidad o insatisfacción. Si no hay nada que tú puedas hacer sobre ello: huye de ahí, no te quedes atrapada en la preocupación, pues ésta solo te va a restar energía para ocuparte de otras cosas. Y si hay cosas que dependen de ti: ponte en marcha.

Voy a acabar poniéndote un ejemplo real trabajado en Psicología Experta.

  • La persona explica que en su trabajo hay muy mal clima laboral, que todo el mundo acusa a los compañeros, que en ese entorno no se siente cómoda, que las cargas de trabajo son excesivas y «todo es para ayer», que no puede hacer su trabajo, que no va a ser nunca la profesional que quiere ser porque sus superiores no la valoran, no duerme bien, cada día está más malhumorada, se pelea son sus hijos porque no entienden que ella va muy cansada, su pareja ya no sabe que decirle y ella cree que todo esto no se lo merece, que es injusto con lo que ella ha estudiado toda su vida… Esta persona, a quien llamaremos María, está en bucle con estos argumentos, totalmente atrapada en la zona de preocupación. Cuando además le pregunto por qué se mantiene en esa empresa si tan mal se siente, me dice que tiene una hipoteca que pagar y que no va a dejar el trabajo, que eso me lo quite de la cabeza.
  • Date cuenta de todo lo que es externo a María y que engorda su círculo de preocupación, pues no tiene ningún margen de maniobra ni posibilidad de influencia en ello: la actitud de sus compañeros, la falta de feedback positivo a sus tareas por parte de sus superiores, las acusaciones de los compañeros entre si, las cargas de trabajo, los argumentos de su pareja, la actitud de sus hijos… A más María espere el feedback de su jefe, que las tareas sean menores, que el clima laboral hostil se resuelva, o que su marido incremente sus argumentos…, mayor va a ser su frustración y mayor su zona de preocupación. ¡Sobre lo que hagan, piensen, sientan los demás, María no tiene ninguna influencia!
  • Ahora date cuenta de todo lo que está en el «agujero del rosco» de María: ¿cúal son sus pensamientos -¿son pesimistas, optimistas, catastrofistas -? ¿Está María pensando en posibles soluciones o sólo ve preocupaciones? ¿Está confiando en si misma? Por otro lado, ¿cómo se siente María? ¿Qué podría hacer ella para sentirse mejor? Y por último, ¿qué acciones puede poner en marcha María para salir de la zona de preocupación y ocuparse del problema? Sobre lo que no hay solución, ¿puede María aceptar y poner el foco en otros ámbitos personales que le aporten felicidad? ¿Qué pensamientos, emociones y acciones debe poner en marcha María para, si no puede solucionar la situación laboral al 100%, al menos sentirse mejor en su vida personal?

Conclusión: acuérdate del rosco. Cuanto más tiempo te quedes atrapada dentro del círculo de preocupación, más tiempo y energía vas a dedicar a darle vueltas a situaciones sobre las que sientes que no puedes hacer nada, porque dependen del otro. El resultado que vas a obtener va a ser una mayor frustración, más preocupación, más sensación de no tener las riendas de tu vida y de estar totalmente superada por la situación. Y al contrario: cuanto más tiempo pases dentro de tu círculo de influencia, estarás focalizando tu energía en las cosas sobre las que tienes margen de maniobra y puedes actuar, tendrás las claves para influir en la preocupación y avanzar en la solución. Te sentirás con un cierto poder ante los acontecimientos vitales. Serás más proactiva y resolutiva.

Empieza ya a cambiar tu preocupación por ocupación. ¿Hablamos?

¿Por qué somos celosos?

“Celos, ese dragón que mata al amor con el pretexto de mantenerlo vivo. ” (Havelock Ellis).

Son muchas las personas que consultan a Psicología Experta acerca de cómo superar sus celos o cómo sobrevivir a los mismos cuando se dan por parte de la pareja. Lejos de ser una muestra de amor o de querer confirmar el dicho «quién bien te quiere, te hará sufrir«,  la celotipia es una semilla fértil para las relaciones tóxicas.

Ahora bien, seguro que te estás preguntando: ¿por qué somos celosos? Las formas que toma la celotipia pueden ser variadas, si bien las causas suelen ser comunes:

1. El miedo a quedarse solo por la pérdida de la pareja. El celoso está temeroso de perder todo aquello que la persona amada representa para él, lo que le aporta de positivo: cariño, amor, sexo, atención, consuelo, consejo, bienestar económico, ayuda, compañía, reconocimiento social…

2. El sentimiento de pertenencia y protección.  Ante algo que le llena de bienestar y seguridad, el celoso siente que debe proteger esa pertenencia. Si tiene algo que se valora y se quiere conservar, para el celoso no cabe ser confiado ni «ingenuo«: debe  de proteger que lo preciado, no le sea arrebatado.

3. Falta de seguridad y confianza en uno mismo. Si la persona celosa se percibe a si misma como poca cosa, insuficiente, o se compara en negativo con otras personas, el miedo a que aparezca alguien mejor en la vida de la pareja y le abandone, es inmenso. El celoso cree que no vale nada en comparación con sus semejantes y su destino es que va a ser substituido por otro sujeto mejor que él.

4. El egoísmo del celoso y el sentimiento de propiedad. Si la persona que siente celos cree que se merece esa pareja, que ha invertido mucho tiempo y/o esfuerzo en ella o es el sujeto más adecuado para la otra persona, la celotipia parece quedar justificada.

5. El autoengaño del celoso. Creer que mostrar amor desmesurado por el otro, interés (incluso control) por cualquier aspecto de la vida de la pareja, es a veces la utopía del amor incondicional del celoso. El autoengaño nace de la creencia de que todo está bajo control, incluso el pensamiento, emoción y acción del otro. Como supones, esto está muy alejado de la realidad. Más allá de mis acciones y sentimientos, el otro siempre tiene derecho a decidir si quiere o no quiere estar a mi lado.

Cuando experimentas celos sientes emociones negativas como : sentirse inadecuada, frustrada, resentida, sentir ira, dolor y/o suspicacia. Por lo tanto, los celos son una emoción que contiene miedo, humillación y rabia (ira). Los celos son una comparación, competición y sentirse en la.posibilidad de ser reemplazada.

Está claro: es más que probable que existan muchas más causas de las conductas celosas, si bien te he expuesto las principales que me encuentro y trabajo en Psicología Experta. Te señalo a continuación algunas formas de afrontar la celotipia.

Asesoramiento y consejos para los celosos y sus parejas

A. El trabajo de la confianza en uno mismo y en la relación de pareja. Si quiero construir un vínculo afectivo sano, debo conocerme a mi mismo, conocer al otro y adquirir estrategias para la resolución de problemas desde la confianza.

B. Conocer las fases de la relación de pareja y los mitos sobre las relaciones amorosas. Es fundamental revisar las creencias fraguadas sobre el amor y aceptar que la fase de enamoramiento no suele ser el continuo de la relación. Las crisis de pareja también fortalecen.

C. ¿Puedo (yo) cambiar al otro? La respuesta es no. El otro cambia si quiere. Nada más que añadir.

D. De acuerdo. Soy celoso. ¿Y ahora qué?  En primer lugar me gustaría que fueras consciente de cómo tus actos movidos por los celos pueden dañar al otro, pero también a la relación e incluso a ti mismo. Además, no centres exclusivamente tu felicidad en la relación de pareja: te recomiendo que revises tus propósitos vitales y re-orientes los mismos si no te están aportando el bienestar que estás buscando en el apego con el otro. En tercer lugar, identifica las fuentes de chantaje emocional y determina las formas en que no estás siendo respetuoso con el tiempo y el espacio del otro, para modificarlas lo antes posible. También resulta eficaz que busques fuentes de satisfacción alternativas a tu pareja. Por último decirte que si sientes que la celotipia se te escapa de las manos, busca ayuda profesional.

El trabajo de los profesionales: algunas terapias psicológicas para los celos

Las terapias que utilizamos los psicólogos son variadas y se ocupan de diferentes aspectos de la conducta del celoso. Entre las más utilizadas están las siguientes:

1. Terapias cognitivas y comportamentales. Entre ellas destacan la terapia racional emotiva y la reestructuración cognitiva, que buscan la sustitución de pensamientos erróneos por pensamientos racionales.

2. Terapia de pareja: para mejorar las habilidades de comunicación interpersonal y terapia asertiva.

3. Técnicas de manejo de conflictos, para afrontarlos debidamente en situaciones interpersonales.

4. Técnicas de autocontrol y regulación emocional, para inhibir reacciones impulsivas, desmedidas o agresivas. Es útil para suprimir las escenas de celos y los ataques de ira.

5. Terapia familiar sistémica, que se centra en las interacciones entre los miembros de la pareja. Se busca aceptar las limitaciones del otro y ver el problema desde otra perspectiva más amplia, que incluya los puntos de vista de los dos miembros de la pareja.

«Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la que más cosas sirven para alimentarla y menos para remediarla«. Montaigne, Ensayos (1580-1592)

¿Hablamos?

Pensamientos automáticos. No son gratis

La mayoría de las causas de nuestro bajo auto-concepto (nos valoramos poco como personas) y de nuestra baja autoestima, se encuentra en las creencias o pensamientos que tenemos a cerca de nosotros mismas y de la vida en general. Los pensamientos automáticos y las creencias de las que provienen se convierten para la persona en verdades absolutas.

Los pensamientos automáticos son juicios, etiquetas, interpretaciones y valoraciones de personas o situaciones, que han formado parte de un “diálogo interno” que a veces se realizan de forma consciente y otras veces no, y sin filtros ni censuras. Contrariamente a los «pensamientos racionales», los pensamientos automáticos se caracterizan por: 

  • Se trata de pensamientos, conscientes o inconscientes, pero involuntarios y automáticos. No son pensamientos reflexivos, procedentes de razonamientos, sino “reacciones” ante determinadas situaciones que vienen cargadas de una fuerte carga emocional. 
  • Suelen expresarse en forma de palabras como «debería de, tendría que…”. apareciendo como obligaciones que nos imponemos a nosotros o a los demás en forma de exigencias.
  • Aparecen como mensajes cortos, como si fueran «palabras clave». 
  • Son diálogos internos referidos a temas concretos; (se trata de mensajes específicos).
  •  Son difíciles de controlar y de evitar. 
  • Son aprendidos y surgen básicamente de aquellas actitudes de la persona que son aprendidas en la infancia o adolescencia, provenientes de la familia, la escuela y otras influencias sociales.

Algunos ejemplos de pensamientos automáticos son:

  • A una mujer, mientras espera ser recibida por una psicóloga, se le pasa de golpe por la cabeza «nadie, ni nada, podrá ayudarme«, comienza a desesperarse y siente deseos de abandonar la cita.
  • Un joven se encuentra esperando a su novia en un bar donde habían quedado. Pasan veinte minutos de la hora acordada y ella no llega. En la mente de él, acuden pensamientos del tipo «si me quisiera de verdad no me haría esto… “, «se habrá ido con otro»…

Las distorsiones cognitivas son agrupaciones de pensamientos automáticos que son habituales y repetitivos, y que generan pensamientos distorsionados o desviados de las situaciones o acontecimientos.

¿Cuáles son las distorsiones cognitivas más frecuentes?

  • Pensamiento polarizado. Consiste en valorar o percibir los acontecimientos de forma extrema , todo es cuestión de blanco o negro, bueno o malo…, sin matices. Para contrarrestarlo conviene preguntarse ¿entre estos dos extremos, hay grados intermedios?, ¿hasta qué punto eso es así? 
  • Filtraje o abstracción selectiva. Consiste en seleccionar en forma de «visión de túnel» un solo aspecto de una situación, se resalta un simple detalle, habitualmente se filtra lo negativo y lo positivo se olvida, y toda la situación queda teñida por este detalle. Para contrarrestar esta distorsión conviene preguntarse ¿es esto realmente así? 
  • Interpretación del pensamiento. Se refiere a la tendencia a interpretar sin base alguna los sentimientos e intenciones de los demás. Para contrarrestarlo conviene preguntarse ¿Qué pruebas tengo para suponer eso? 
  • Los deberías o autoexigencia inflexible. En esta distorsión la persona se comporta de acuerdo a unas reglas inflexibles sobre cómo deberían ser las cosas. Cualquier desviación de esas reglas se considera intolerable y conlleva una alteración emocional. Los pensamientos se concentran en “lo que debería ser” en vez de “en como son”.
  • Personalización.Consiste en relacionar los hechos del entorno, con la forma de ser o actuar de una misma. Se suele acompañar con la tendencia a compararse continuamente con los demás.
  • Razonamiento emocional. Consiste en creer que lo que la persona siente emocionalmente es lo verdadero. Las emociones sentidas se consideran como hechos objetivos y no como interpretaciones subjetivas. Las palabras claves son “si me siento así es porque soy o porque ha ocurrido…”
  • Sobregeneralización. Son juicios e inferencias generales basadas en solo un hecho particular, (una conclusión generalizada a partir de un incidente simple).  Palabras claves que indican que una persona esta sobregeneralizando son: «todo, nadie, nunca, siempre, todos, ninguno«. Para contrarrestarlo conviene preguntarse. ¿Cuántas veces ha ocurrido realmente?¿qué pruebas tienes para sacar esa conclusión?
  • Visión catastrófica. La palabra clave que suele indicar esta distorsión suele ser: «¿y si…?«, y consiste en adelantar acontecimientos de modo catastrofista para una misma. Para contrarrestarlo conviene centrarse en el presente, dejar de anticipar y valorar posibilidades. Preguntarse. ¿otras veces lo he pensado?¿qué ocurrió realmente? ¿qué posibilidades hay de que eso ocurra?
  • Culpabilidad. Consiste en atribuir la responsabilidad de los acontecimientos bien totalmente a uno mismo, bien a otros, sin base suficiente y sin tener en cuenta otros factores que contribuyen a los acontecimientos.
  • Falacia de control. La persona se ve a sí misma como responsable de todo lo que ocurre a su alrededor o, en el otro extremo, se ve a sí misma como impotente y sin ningún tipo de control sobre los acontecimientos de su vida.
  • Tener siempre la razón. Consiste en la tendencia a probar de manera frecuente, ante un desacuerdo con otra persona, que el punto de vista de uno es el correcto y cierto. No importa los argumentos del otro, simplemente se ignoran y no se escuchan. La persona se pone normalmente a la defensiva.
  • Falacia de justicia. Consiste en valorar como injusto todo aquello que no coincide con los deseos o expectativas personales.
  • Falacia de cambio. Implica creer que el bienestar de uno mismo depende de manera exclusiva de los actos de los demás. Para contrarrestarlo conviene preguntase ¿Qué pruebas tengo para creer que la situación solo depende de esa persona?, aunque eso no cambiase ¿podría yo hacer algo?
  • Falacia de la recompensa divina. En esta distorsión se tiende a no buscar la solución a las dificultades o problemas suponiendo que o bien la situación mejorará “mágicamente” en el futuro o bien se tendrá una “recompensa” por el sufrimiento actual.

Algunos ejemplos de distorsiones cognitivas son:

  • La relación solo mejorara si mi pareja cambia«: falacia de cambio.
  • «Yo soy el responsable de todo…”: falacia de control.
  • Esto lo dice por mi...»: personalización.
  • «Nunca conseguiré tener pareja«: sobregeneralización.
  • «Si no soy brillante en mis estudios, entonces solo podré ser un fracasado«: pensamiento polarizado.
  • «El día de mañana tendré mi recompensa a tanto sufrimiento: cambiará mi suerte«: falacia de recompensa divina.

Mediante un proceso psicoterapéutico o un acompañamiento basado en las técnicas del coaching se pueden descubrir y neutralizar distorsiones cognitivas que dificultan o limitan los procesos de cambio.

¿Hablamos?

Violencia Vicaria. Señales de alarma para detectarla y actuar

Extracto de mi artículo publicado en Mundopsicologos

La violencia vicaria es una estrategia de violencia por substitución y es la forma más cruel de violencia de género, pues la pareja o el/la ex tóxico/a ataca a los hijos/as en común con el fin de infligir dolor a su pareja o ex pareja y/o usa a los hijos/as en común para causar daño al otro progenitor. El ánimo de atacar a la ex pareja pasa por encima de cualquier estima que el personaje tóxico pueda tener sobre los hijos/as.

La forma más cruel, y que constituye la punta del iceberg ,es el asesinato cruel de los hijos/as, pues así sabe el tóxico/a que de esta forma la pareja o ex pareja nunca va a superar tal dolor. Ahora bien, hay otras formas de violencia vicaria que puede ejercer la persona tóxica que constituyen así mismo un daño enorme en los hijos y en el otro progenitor, tales como:

  • Manipular a los hijos para que se pongan en contra del otro progenitor e incluso le insulten, le agredan…
  • Utilizar a los hijos o los temas de éstos, para hacer daño al otro progenitor.Coaccionar, chantajear y manipular a los hijos para que se pongan en contra del otro progenitor.
  • Amenazar con matar a los hijos,Hacer daño emocional a la ex pareja: «te voy a dar lo que te mereces», «voy a darte donde más te duele» , «no los vas a ver más» o frases parecidas.Interrumpir los tratamientos médicos de los hijos/as cuando están con la persona tóxica con el fin de hacer sufrir al otro progenitor.
  • Usar los momentos de recogida y retorno del régimen de visitas de los hijos/as en común para insultar al otro progenitor.
  • Manipular situaciones con el fin de acusar al otro progenitor de conductas judicialmente castigables como no querer entregar a los hijos/as
  • Amenazar al otro progenitor, asustarle o humillarle.
  • Hablar mal del otro progenitor o de sus allegados, en presencia de los hijos/as en común.

Si detectas signos de violencia vicaria en tu hijo/a es importante advertirlo a las autoridades responsables, además de que es muy recomendable acudir a un profesional de la psicología especializada en este tipo de casos.

Puedes leer el artículo completo en:

https://www.mundopsicologos.com/articulos/que-es-la-violencia-vicaria-10-signos-para-detectarla-y-como-actuar

Mi Perfil en Mundopsicológos. En él podrás saber un poco más sobre mi y leer las reseñas de mis clientas.

Además quiero compartir contigo que mi nuevo libro ya está a la venta. Te comparto el enlace para que lo puedas adquirir y leer las reseñas de clientas sobre él. En él te hablo de relaciones tóxicas, dependencia emocional, autoestima, violencia de género, abuso emocional y violencia vicaria.

PERSONAS VENENOSAS. TU PAREJA ES TÓXICA? Y TU EX TAMBIÉN? EL MALTRATO QUE PERDURA MÁS ALLÁ DE LA RELACIÓN DE PAREJA.

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Trauma simple, trauma complejo y abordaje psicoterapéutico

Hablamos de trauma simple cuando la experiencia dolorosa e incapacitante para la persona se refiere a un único evento traumático. Por ejemplo el trauma se deriva de un accidente, un desastre natural (un terremoto, un huracán, una inundación, un incendio…), una pandemia, una enfermedad, una agresión física o sexual, ser testigo de un accidente, una pérdida repentina y no esperada (de pareja, laboral, la muerte de un familiar…) u otro tipo de evento único e impactante para aquél que lo sufre o presencia.

El trauma simple puede generar en la persona que lo sufre consecuencias como: estar en tensión de forma permanente o en estado de hipervigilancia, dificultades psicosomáticas, contracturas, temblores, insomnio, pesadillas, dolores específicos (de vientre, de cabeza…) inespecíficos, incluso lagunas o pérdidas de memoria y disminución de la capacidad de atención y de concentración.

Por otro lado, estamos delante de un trauma complejo cuando la acción traumatizante es mantenida por la persona que la causa, de una forma sostenida en el tiempo. Son ejemplos de trauma complejo: sufrir abusos sexuales de forma reiterada en la etapa infantil, el maltrato físico o psicológico continuado en el si de una relación de pareja o parental, el bullying y el moobing continuado en el tiempo, entre otros.

Las consecuencias para la persona que sufre de trauma complejo son: recuerdos recurrentes, angustiantes e involuntarios de los eventos traumático, revivir el hecho traumático como si estuviera sucediendo otra vez, pesadillas, angustia emocional grave o reacciones físicas a las cosas que te recuerdan el suceso traumático, aislamiento social, disociación, despersonalización, desrealización, embotamiento afectivo, dificultades psicosomáticas, hipervigilancia y desconfianza extrema y persistente, reactividad física o emocional desbordada, labilidad emocional, dificultades para identificar, reconocer y gestionar las emociones, persistente sentido negativo de una misma, trastorno por estrés postraumático, ansiedad, depresión, baja autoestima, entre otras.

¿Cómo orientamos los elementos del trauma (simple o complejo), desde nuestra propuesta divulgativa-orientativa?

Desde una propuesta de orientación breve y estratégica podemos acompañar a la persona a obtener claridad sobre el trauma simple y complejo. Está claro que no podemos eliminar de lsu memoria el trauma, pero si que podemos ayudar a la persona a reestructurar la percepción del evento traumático en el presente, haciendo que lo que se ha vivido se deje en el pasado y no siga extendiéndose en el presente, impidiendo su evolución y desarrollo en el futuro. Ahora bien, usar la vía cognitiva exclusivamente no es de utilidad: hay que acceder también a la vía emocional. La forma en que yo aconsejo la orientación habitualmente, aunque cabe la adaptación a la realidad de cada persona, es a través del recurso de la pregunta milagro, la detección y superación de las soluciones intentadas dis-funcionales, el abordaje de las psico-trampas y la utilización de la narrativa terapéutica (normalmente a través de una linea cronológica o linea del tiempo, que incluso a veces cabe extender en espacio/tiempo hasta años antes de la experiencia/s traumática/s y en el presente/futuro, más allá del trauma).

La herramienta de la narrativa terapéutica conlleva, a mi parecer, a tres grandes beneficios/ayuda a la persona que sufre de trauma: (1) exteriorización de los recuerdos, donde la persona puede sacar fuera emociones y sensaciones que de otro modo permanecerían latentes en su interior y dentro de ella, perturbando su equilibrio. (2) Detectar las respuestas/soluciones a determinadas secuelas, y que perpetúan el problema. (3) Y la reestructuración cognitiva y el distanciamiento emotivo. La narrativa terapéutica propone un enfoque terapéutico en el que las vivencias de la persona son interpeladas y reformuladas mediante el relato de los acontecimientos y el acceso a los traumas, de manera que se planteen de una manera en la que el problema-trauma no pase a definir a la persona y a limitar sus maneras de percibir la realidad y afrontarla.

¿Necesitas más información – orientación?

Gestión de las emociones en los adolescentes

Son muchos los adolescentes y jóvenes que acuden a sesiones de psicoterapia por problemas en la gestión de sus emociones. En muchas ocasiones los papás nos explican a nuestra consulta de Psicología Experta que ven a su hija triste, que tiene problemas de ansiedad, o incluso que sufre «ataques». Si hablamos con la adolescente-joven directamente, es frecuente que nos cuenten un poco a medias y a la vez que lloran -intentando sobretodo las primeras veces esconder su llanto o pidiendo perdón por sentirse así-, lo que les ocurre. O que simplemente den detalles pequeños de lo que ellas nombran «ataques». Normalmente cuesta muchísimo llegar al fondo de la cuestión o cuál es exactamente la causa (situación, pensamiento, acontecimiento) que las ha llevado hasta esa explosión emocional (normalmente hay multi-causas), emoción que sale al exterior en forma de llanto, tristeza, encierro en una misma, insultos, ahogos, ira, golpes, gritos, momentos de euforia y tristeza entre intervalos cortos de tiempo, etc.

En Psicología Experta, desde nuestro enfoque de la Terapia Breve, solemos iniciar un trabajo psicoterapéutico inicial de exploración y abordaje de la forma cómo la adolescente-joven gestiona sus emociones, descartando de entrada – a menos que se nos haga muy evidente- el análisis diagnóstico de trastornos mentales más profundos. Debo deciros que en el 75% o más de los casos el enfoque de que la persona está pasando un mal momento en la gestión de sus emociones y la confianza en encontrar los recursos personales para el abordaje y la mejora, es acertado y el problema de la joven, con una media de entre 8-10 sesiones, desaparece.

Cabe decir que las emociones negativas y/o las dificultades en la gestión de las emociones, no sólo pueden afectar al bienestar psicológico, sino que pueden favorecer la aparición de problemas de salud, como la alteración del sueño, la alimentación o ingesta, la digestión, la eliminación o evacuación, o las funciones cognitivas (dificultades de atención y concentración), entre otras.

Ahora bien, si a partir de la quinta sesión aproximadamente, no vemos un pequeño cambio en la joven, entonces solemos recomendar el explorar si, detrás de las explosiones emocionales o labilidad emocional, se esconde algún problema más físico (hormonal, de tiroides…) o problemas o trastornos más profundos (bullying, ansiedad, depresión, trastorno límite de la personalidad, bipolaridad, trastornos de alimentación como la anorexia o la bulimia, dificultades en las relaciones interpersonales, con amistades o parejas, dificultades con la sexualidad, estrés, adiciones, desmotivación con los estudios o la vida, duelos mal elaborados, entre otros).

¿Cómo abordamos en Psicología Experta, la gestión de las emociones en psicoterapia, con adolescentes-jóvenes?

  1. El primer paso es validar lo que les ocurre: ¡no es nada que no le ocurra a otras personas y te entiendo y te comprendo! Validar la emoción y acompañar la descarga emocional si esta se presenta en la sesión, es una condición imprescindible para que la persona se sienta que ese es el lugar donde la van a ayudar.
  2. Es importante ayudar a la joven a familiarizarse con sus emociones. Las pacientes tienden a decirnos que sufren ansiedad, depresión o ataques, y las acompañamos entonces a que cambien esa etiqueta diagnóstica inicial que se atribuyen por «estás pasando una etapa en que tus emociones te desbordan». Además, para comprender mejor las emociones, las animamos a que puedan prestar atención a ellas a lo largo del día. Por ejemplo, en una hoja de papel, las pedimos que hagan un registro de cómo se sienten cuando ellas sufren esos ataques o episodios de tristeza. Junto con la emoción, también les pido que escriban cuándo ocurre, qué estaba pasando exactamente (para analizar el desencadenante o patrón habitual de desencadenantes), qué piensan en ese momento, y cómo actúan, incluso dónde notan la emoción en su cuerpo.
  3. El paso siguiente es abordar los problemas físicos o sintomatología que puede que se hayan derivado de esa gestión emocional difícil. Normalmente lo trabajo a partir de la tercera sesión y nos ha de llevar (entre la tercera-cuarta sesión) al desbloqueo sintomatológico, es decir a la detección y propuestas de afrontamiento de la sintomatología asociada (por ejemplo dolores de cabeza, dificultades estomacales, problemas con el sueño…). Esta sintomatología no siempre es fácil que desaparezca, pero a través del desbloqueo-identificación, y el trabajo paralelo de la familiarización con las emociones, ya damos un primer paso importante que va a irse consolidando en las siguientes sesiones.
  4. Por último, y a partir ya de la cuarta sesión aproximadamente, trabajamos con la paciente adolescente-joven las estrategias que la pueden llevar a una más óptima gestión de las emociones, Entre las estrategias principales se encuentran la detección de las soluciones intentadas disfuncionales que, lejos de solucionar la situación, agravan el problema, el trabajo con las psico-trampas de pensamiento y/o acción, y el entrenamiento en soluciones funcionales. Entre las psico-trampas de pensamiento más habituales en adolescentes-jóvenes con dificultades de gestión emocional, están: los pensamientos automáticos o las distorsiones cognitivas, el engaño de las expectativas, «lo siento, luego existe», sobrevalorar e infravalorar y la coherencia a toda costa. Y entre las psico-trampas de acción más habituales encontramos: insistir (más de lo mismo), renunciar y rendirse, la manía del control, la evitación el aplazamiento, la ayuda que daña y defenderse de forma preventiva.

Si necesitas ayuda, aquí estamos!

¿Estás sufriendo de ansiedad? Ideas útiles para vencerla

En primer lugar me gustaría decirte que la ansiedad es un mecanismo defensivo; es un sistema de alerta que «activa» a la persona ante situaciones consideradas «amenazantes». Es universal porque se da en todas las personas, y es normal, adaptativo y anticipatorio y tiene que ver con la capacidad de respuesta. Ahora bien, la ansiedad se convierte en un trastorno de ansiedad cuando esta reacción defensiva se pone en marcha en situaciones que habitualmente no son amenazantes ni peligrosas, o se activa de manera recurrente y/o persistente, hasta el extremo de interferir de forma importante en la vida diaria.

La ansiedad como trastorno psicológico se caracteriza, a grandes rasgos, por tener sentimientos de miedo, temor e inquietud y que puede llevar a que la persona tenga síntomas físicos como sudar, sentirse inquieta o tensa, y tenga palpitaciones o sensación de ahogo. Con el propósito de prevenir estos síntomas y sentimientos (que pueden aparecer en la infancia o adolescencia y continuar en la edad adulta), la persona puede ser que evite ciertos lugares o situaciones.

El trastorno de ansiedad puede ser de diferentes tipos, pudiendo la persona sufrir de uno o varios a la vez. Voy a mostrarte ahora los tipos de ansiedad más habituales.

El trastorno de ansiedad por separación: miedo o ansiedad intensos y persisten ante la situación de tener que separarse de una persona con la que tiene un vínculo estrecho. Los principales síntomas son rechazo a quedarse solo en casa o desplazarse a otros lugares (escuela, trabajo, etc.), preocupación, malestar psicológico subjetivo, presencia de pesadillas o síntomas físicos ante la separación o la anticipación de tener que separarse, entre otras.

El trastorno de ansiedad social se caracteriza por el miedo o ansiedad intensa aparece en relación a una o más situaciones sociales en las que la persona queda expuesta a los demás y su posible juicio. La persona siente miedo a mostrarse o ser juzgada de una determinada manera y eso le genera síntomas propios de la ansiedad.

El trastorno de ansiedad generalizada es una forma de ansiedad y preocupación persistentes, excesivas y que la persona no puede controlar, sobre diversos acontecimientos vitales y con presencia de sintomatología fisiológica. La persona puede sentirse inquieta, nerviosa o fatigarse fácilmente, y puede tener dificultades para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular o dificultad para dormir. 

El trastorno de pánico se caracteriza porque la persona queda invadida por sentimientos repentinos de terror aun cuando no hay ningún peligro real. Los síntomas pueden ser variados pero muy invalidantes para la persona que los sufre: dolor de pecho o estómago, dificultad para respirar, temblores o espasmos, sudor, mareos, escalofríos, temblor de manos…., incluso la sensación de que se va a morir de repente.

La ansiedad debida a otra enfermedad médica se caracteriza sobre todo por la manifestación de crisis de angustia o ansiedad, con evidencias de que ello es la consecuencia pato-fisiológica directa de una condición médica particular. Mención especial cabe darle al tema de las fobias, que generan ansiedad. En la fobia a hablar en público o en la fobia a animales, la persona habitualmente siente ansiedad cuando se expone por ejemplo a tener que hablar en una reunión de trabajo o cuando se le acerca un animal al que teme, respectivamente.

Hay muchas situaciones vitales que pueden generar ansiedad a la persona: una pérdida de un familiar o del trabajo, un cambio importante en la vida de la persona, una relación tóxica, una discusión con alguien querido, una quiebra económica, un problema social, entre otras. La ansiedad también afecta a la autoestima de la persona, pues la persona que la sufre, al sentir que no puede hacer algo porque le genera sintomatología ansiosa, fácilmente siente que no es válida.

¿Qué puedes hacer si sientes ansiedad? ¿Cómo tratarla?

Hay algunas acciones que pueden ayudarte a superar la ansiedad: por ejemplo hacer ejercicio, hacer unas sencillas respiraciones, evadir la mente, tomar una ducha, hacer alguna actividad que te resulte placentera (leer un libro, regar una planta, tomar un pequeño tentempié…). Cuando la ansiedad no se calma con estas acciones o similares, es importante que busques ayuda en Psicología Experta lo antes posible, pues la ansiedad puede afectar de forma importante a tu vida. La terapia breve puede ayudarte: buscaremos averiguar cómo funciona el problema de la ansiedad en ti y analizamos las soluciones lógicas que has puesto en práctica, y que contribuyen todavía más a la perduración de tu ansiedad. Asimismo, te aportamos soluciones diferentes que te daremos en forma de tareas, y conseguiremos así tu desbloqueo.

Aunque si tu ansiedad te está afectando de forma importante a tu vida, mi recomendación es que te pongas en contacto con Psicología Experta lo antes posible, te avanzo algunos libros que pueden ayudarte a obtener un poco más de luz sobre la ansiedad y sus causas.

«Miedo, pánico, fobias: la terapia breve», Editorial Herder 2009, Nardone. 

«No hay noche que no vea el día: la terapia breve para los ataques de pánico», Herder 2012, Nardone.

Y para acabar este artículo, decirte lo siguiente: «La ansiedad es la mente yendo más deprisa que la vida».

¿Hablamos? Recuerda que ofrezco sesiones de psicoterapia presencial o online. La primera sesión es gratuita.

¿Qué es una Relación Tóxica? Señales que te permiten detectarla

Una relación tóxica es aquella donde alguna/s o todas partes implicadas son incapaces, por alguna razón, de impedir hacerse daño. Puede tratarse de una relación de pareja o ex-pareja, pero también de amistad, de trabajo, incluso de una relación familiar. 

Las características principales de las relaciones tóxicas son:

  • No existe un trato de igual a igual: por ejemplo, una de las partes se aprovecha de la otra, o sólo alguna de las partes obtiene beneficios de la relación.
  • Existe un desequilibrio o desigualdad entre las partes en relación: por ejemplo, una de las partes desea tener el poder y el control completo de la relación.
  • Son relaciones que hacen sufrir a alguno/s de sus miembro/s: por ejemplo, generan sentimientos de culpa, victimismo…
  • Son relaciones difícil de abandonar, donde se dan dinámicas de «dar un último intento«, «una última conversación» y/o generan dependencia emocional (enganche, adición…).
  • En su gran mayoría se caracterizan por ser como una montaña rusa emocional: son relaciones con muchos cambios emocionales (se pasa de estar feliz y en plenitud con el otro miembro de la relación, a estar triste o enfadado, fácilmente).
  • Son relaciones en las que alguno de los miembros se siente que no puede ser él mismo/a, y/o que el otro/s debe cambiar para que la relación funcione.

¿Por qué decimos que una persona, dentro de la relación de pareja o como ex-pareja, es tóxica?

Porque reúne la gran mayoría de las siguientes características y nos hacen activar alarmas rojas:

  • Potencia tus debilidades y no sabe valorar tus fortalezas.
  • Tiene una habilidad especial para arruinar tu estado de ánimo, tu día a día.
  • Es deprimente, desagradable, irritante y molesto.
  • Te hace sentir mal sólo por estar cerca de él/ella. Con el paso del tiempo acabas por sentirte emocionalmente agotado/a, incluso físicamente enfermo/a.
  • Te llena de cargas, de críticas poco o nada constructivas, de energía negativa y de problemas y frustraciones.
  • Se mete en todo lo ajeno y no es capaz de ver la viga en el propio ojo.
  • Busca argumentos y razones oscuras que avalen su proceder; te llena de injurias, calumnias y conflictos.
  • En su forma de actuar, invade, controla, envenena, y te asfixia.
  • En bastantes ocasiones, se aprovecha de ti y busca la complacencia.
  • Se queja de la mayoría de las cosas y suele mostrarse como víctima y/o quejoso/a. Le gusta dramatizar y propagar rumores. Te culpa de las situaciones y casi nunca se responsabiliza.
  • Es un ser habitualmente controlador e intenta imponer siempre sus normas, límites y criterio.
  • Suele ser ofensivo, sarcástico y puede ejercerte presión o poder a través de gritos y malos tratos. Por ejemplo, cuanto tú más supliques o llores, más se va a recrear en tu dolor: la persona tóxica, para sentirse superior, es adicta a hacer daño.
  • Muchas veces engaña y/o manipula, incluso recurre a infundir miedo, para conseguir sus objetivos. Puede chantajear y/o, incluso, agredirte verbal y/o físicamente con tal de salirse con la suya. 

¿Por qué es importante cortar con una relación tóxica?

Las consecuencias o efectos de la relación tóxica pueden ser muy variadas. La reacción más inmediata a la toxicidad es la aparición de emociones como la confusión, la perplejidad, el miedo, el enfado o la ira, la negación, la tristeza,  el nerviosismo y/o la desesperanza. Las relaciones tóxicas, a medio y largo plazo, pueden tener un impacto directo en la salud mental de la persona que las sufre, generar síntomas de ansiedad y depresión, trastornos alimentarios, trastornos del sueño e, incluso, provocar comportamientos auto-lesivos. A todo esto hay que sumar que las relaciones tóxicas tienen un impacto muy negativo en la autoestima y en la confianza de la persona que la sufre, de construir vínculos sanos en el futuro.

Re recomiendo algunos libros que te pueden ayudar a tomar consciencia sobre las relaciones tóxicas:

  • «Gente tóxica«, de Berdardo Stamateas.
  • «Personas tóxicas«, de Silvia Congost.
  • «Más gente tóxica«, de Berdardo Stamateas.
  • «La familia: de relaciones tóxicas a relaciones sanas«, de Laura Rojas-Marcos.
  • «Relaciones tóxicas», de Hope Utara.
  • «Amor Zero«, de Iñaki Piñuel.
  • «Familia Zero«, de Iñaki Piñuel.
  • «Amores altamente peligrosos«, de Walter Riso

Me gustaría también compartir contigo esta frase e invitarte a reflexionarla:

«Al igual que el arsénico, las personas tóxicas te matarán lentamente. Matan tu espíritu positivo y juegan con tu mente y emociones. La única cura es dejarlos ir«, (Dennisse Lisseth).

ATENCIÓN. Es importante que busques ayuda psicoterapéutica si estás sufriendo en una relación. Con un acompañamiento adecuado podrás tomar consciencia de si estás inmersa o no en una relación tóxica, ta darás cuenta de lo que te produce ahora y de lo que te puede llegar a provocar a largo plazo.

¿Hablamos?

La Dependencia Emocional. Signos alarmantes para que la detectes en ti

La dependencia emocional es un patrón relacional que ocurre normalmente en las relaciones de pareja y que se caracteriza por un apego insano y casi obsesivo (o sin el casi) hacia la otra persona, ante el miedo a que la relación se acabe y produzca dolor en nosotras. Tienes dependencia emocional si eres incapaz de cortar una relación insana donde la única opción posible es esa: finiquitar la relación. Y eres incapaz de acabar con ella porque sufres un enganche, una adición a la relación.

Los principales síntomas que apuntan a que sufres de dependencia emocional son: inseguridad, sentimiento constante de vacío, baja autoestima, presencia de creencias infundadas, miedo a perder a la persona y/o ideas irracionales, estar dispuesta a hacer cualquier cosa para que esa relación funcione,  o pensamientos recurrentes y obsesivos en torno a una determinada persona. También puede aparecer con tiempo sintomatología psicosomática: ansiedad, nerviosismo, tristeza, depresión, problemas para dormir, dificultades con la alimentación, baja autoestima…

He visto casos que bien podrían considerarse propios de la dependencia emocional (e incluso de co-dependencia) en la relación con una ex-pareja tóxica. El enganche que tuvisteis durante la relación y la dependencia generada, sobre todo en parejas cargadas de toxicidad o abuso,  no deja ver a la otra persona tal y como es en realidad. Viste cualidades de pareja dónde no las había y ahora quieres vivir con la esperanza de que la relación no está del todo perdida, aferrándote con ello a idealizar e incluso excusar defectos parentales en la otra persona sólo porque no está superada la ruptura ni hay capacidad de ver la realidad. La ilusión de que es un buen padre aunque fuera una pareja tóxica para nosotras es como el árbol que no deja ver el bosque.

Como puedes deducir, la dependencia emocional es un enganche cargado de alta toxicidad, altamente nocivo y, aún siendo el padre de tus hijos, lo mejor para sanarnos es el contacto cero. Cuando ha habido maltrato o abuso, lo más probable es que el ex tóxico intente llevarnos de nuevo a dónde él desea, y eso alimentará sin duda la dependencia de nuevo. Lo mismo ocurre si, por ser el padre de tus hijos, deseas tener una relación de “buen rollo” con este ser cargado de toxicidad, siendo esta situación terreno abonado para volver al enganche con la persona con la que tanto nos ha costado cortar la relación. El contacto cero, al menos durante un tiempo más o menos largo, es lo que te va a permitir darte cuenta de la situación tóxica y de si sufres de dependencia emocional respecto a tu ex.

Voy a recomendarte algunos libros que te van a aportar claridad sobre la dependencia emocional:

  • «Cuando amar demasiado es depender«, de Silvia Congost.
  • «Desapegarse sin anestesia«, de Walter Riso.
  • «Las mujeres que aman demasiado«, de Robin Norwood.
  • «Amar o depender», de Walter Riso.
  • «Si duele, no es amor», de Silvia Congost.
  • «Amor Zero«, de Iñaki Piñuel.
  • «La superación de la dependencia emocional», de Jorge Castelló.
  • «Dejar ir«, de David Hawkins.
  • «Querer no es poder. Cómo comprender y superar las adiciones!, de Arnold M. Washton, Donna Boundy. Gloria Vitale (traducción).

Salir de la dependencia emocional no es fácil y te recomiendo que busques ayuda psicoterapéutica. ¿Hablamos?

«Si no aprendemos a soltar, si no dejamos ir, si el apego puede más que nosotros y nos quedamos ahí atados, pegados a esos sueños, fantasías e ilusiones, el dolor crecerá sin parar y nuestra tristeza será la compañera de ruta«, (Jorge Bucay).