El Abuso Sexual Infantil (ASI) es una forma de abuso en la que una menor es usado como objeto sexual por un adulto. Es también definido como una forma de maltrato infantil consistente en llevar a cabo conductas sexuales con una menor de edad sirviéndose de una relación de desigualdad (edad, fuerza física, capacidad de amenaza, etc.).
Vamos a diferenciar pedofília y pederastia. Los pedófilos son aquellos que se sienten atraídos por menores de edad. Un pedófilo siente una atracción por infantes y/o adolescentes pero no tiene porqué llegar a desembocar en una acción concreta o consumación de dichos deseos. Por otro lado, un pederasta siente la misma atracción que el pederasta pero en este caso sí que desemboca en un abuso sexual.
Mientras que la pedofilia se define como una parafilia, un tipo de trastorno sexual caracterizado por fantasías recurrentes, la pederastia es, además de la parafilia, una práctica delictiva que provoca graves repercusiones en el desarrollo psicológico, social y sexual de la víctima. Por norma general, todos los pederastas son pedófilos pero no todos los pedófilos tienen porque ser pederastas.
Me formé en ASI con la entidad Ángel Blau y la formación fue tan provechosa como culpidora. Y esto último porque me di cuenta que fácilmente nuestras hijas e hijos, nuestros allegados o conocidos, cualquier menor, nunca está preservado del todo de sufrir Abuso Sexual Infantil. Por eso desde entonces doy charlas acerca de lo que aprendí sobre esta temática en colegios e institutos, de forma gratuita.
Más información sobre las charlas gratuitas en este enlace.
Uno de los libros que Ángel Blau recomendó en su formación sobre Abuso Sexual Infantil fue «El Consentimiento«, de Vanessa Springora. Atención mamás y papás de adolescentes: os recomiendo este libro sin ningún tipo de duda.
El término consentimiento se refiere a la voluntad, acorde entre las partes, de actuar de una determinada manera u otra en una situación concreta. Ahora bien, ¿todo el mundo está capacitado para consentir?
Vanessa Springora (París, 1972) es editora, escritora y cineasta. «El Consentimiento» es su primera novela, que está siendo traducida en veinte idiomas, ha obtenido el Gran Premio de las Lectoras de Elle y el Premio Jean-Jacques Rousseau y ha supuesto un fenómeno social y literario.
«Con trece años, Vanessa Springora conoce a Gabriel Matzneff, un apasionado escritor treinta y seis años mayor que ella, tras cuyo prestigio y carisma se esconde un depredador. Después de un meticuloso cortejo, la adolescente se entrega a él en cuerpo y alma, cegada por el amor e ignorante de que sus relaciones con menores llevan años nutriendo su producción literaria. Más de treinta años después de los hechos, Springora narra de forma lúcida y fulgurante esta historia de amor y perversión, y la ambigüedad de su propio consentimiento. Su maravillosa novela ha hecho, según el diari Le Monde, «arder Saint-Germain-des-Prés»: el caso Matzneff cuestiona a la intelectualidad francesa y a una sociedad obnubilada por el talento y la celebridad». (Extracto del libro de la propia autora).
Si has leído mi post hasta aquí estoy convencida de que no te queda ninguna duda, y aún más si tienes hijas adolescentes: el libro de Springora debería convertirse en un texto de cabecera para las madres y padres.
De la lectura de «El Consentimiento» yo me quedo con algunas ideas que sin duda van ayudar en mi labor de madre, en primer lugar, y en mi quehacer laboral en Psicología Experta, en segundo lugar. Además es un texto que invita a la propia reflexión personal y al crecimiento personal acerca del consentimiento en nuestras relaciones. Te comparto algunos de estos aprendizajes.
- Las adolescentes son seres vulnerables. Están en una etapa de construcción de identidad, de ensayo-error y son fácilmente influenciables. Las creencias sobre el amor romántico pueden jugarles muy malas pasadas. Dice Springora: » la carencia de amor como una sed que se lo bebe todo, una sed de yonqui que no mira la calidad del producto que le suministran y se inyecta su dosis letal con la certeza de estar haciéndolo bien«. (…) «Un adolescente vulnerable siempre buscará el amor antes que la satisfacción sexual. Y a cambio de los gestos de cariño (o de la cantidad de dinero que necesita su familia) a los que aspira, aceptará convertirse en objeto de placer y renunciará durante mucho tiempo a ser sujeto, actor y dueño de su sexualidad«. Impacte, ¿verdad?
- Nunca sabemos dónde se esconde un depredador sexual. Por muy cercano que sea el vínculo, tened todo el cuidado del mundo con conocidos e incluso con familiares. Dice Springora: «Lo que caracteriza a los depredadores sexuales en general, y a los delincuentes pedófilos en particular, es que niegan la gravedad de sus actos. Suelen presentarse como víctimas (seducidas por un niño o una mujer provocadora) o como benefactores (que solo han hecho el bien a su víctima)«.
- El libro deja muy claros los mecanismos utilizados por el depredador sexual para someter en cuerpo y alma a la menor (manipulación, control psicológico, desposesión del yo), así como la complacencia o indiferencia de los familiares y del entorno cultural, etc. Advertencia: invierte como madre en hacer de tu hija adolescente una persona con espíritu crítico y con una sana autoestima que la ayude a identificar manipulación y control psicológico. Haz que se sienta en confianza de explicarte cual cosa que le desencaje o la haga sentir incómoda. Ayúdala a que tenga claro qué es lo que quiere para su vida y a que ponga límites. Y nunca dudes de su palabra, pues los efectos de caer en manos de un depredador sexual, perduraran aún en la vida adulta: depresión, rabia, ansiedad, culpa, incapacidad de asumir su papel de víctima y la final (o no) toma de conciencia y decisión (o no) de sacar a la luz y denunciar los hechos.
- Una adolescente es un ser en crecimiento. Por muy cuidadosos que seamos, los adultos, en cualquier ámbito, van a tener cierto poder de persuasión e influencia sobre esa persona en construcción que es el adolescente. En ocasiones además existe el poder del adulto que piensa que está por encima del bien y del mal, incluso es capaz de acusar a la menor de lo que solo el es culpable. Y es que si además si la adolescente está vinculada a ese depredador por una relación de parentalidad, amistad o cualquier otro tipo de vínculo afectivo, la menor se va a creer a pies juntillas que esa es la verdad y que ella es la causante de las consecuencias. Se invertirán los papeles de víctima/verdugo con gran facilidad. Lo dice Springora: «Leer el volumen de su diario dedicado en buena medida a nuestra ruptura me provoca un ataque de ansiedad tremendo. (…) Su procedimiento de lavado de cerebro es maquiavélico. En el diario, transforma nuestra historia en una ficción perfecta. La del libertino reconvertido en santo, la del perverso curado…«.
«El Consentimiento» no és un libro agradable de leer, dada la temática, pero es un indispensable. Una historia cruda y real, que puede pasarle a cualquiera de nuestras hijas e hijos. Una campaña publicitaria del año 2022 de la Fundación Vicky Bernadet, que lucha contra el abuso sexual infantil, lo decía claro: «la probabilidad de que tu hijo tenga alergia al polen es del 15%; la probabilidad de que sufra abuso sexual infantil es del 20%«. Y es que en la prevención del ASI el primer paso es estar informado y no pensar en «esto a mí no va a ocurrirme». Sí, esto también puede pasarle a tus hijas.
¿Hablamos?